noviembre 30, 2011
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noviembre 29, 2011
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octubre 19, 2011
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octubre 01, 2011
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agosto 23, 2011
(1:33:1)
Mi nombre es irrelevante, la noche devora con las pérdidas que mi persona sufre bajo la desaparición del suelo que me protege; el viento me somnolienta, la fuerza más destructora me jala hacia mis adentros, me aplasta los pulmones y no me permite expresar susurros de ausencia en el nombre de nuestro Dios. De nuestro exiliador.
En este lugar la noche es perpetua, no estamos en vida ni muerte. Y a pesar del nacimiento de muchos soles, el cielo se mueve bajo la oscuridad espacial del cosmos, se expande hasta permear los pensamientos del hombre presente.
Las estrellas son las compañeras de cada alma desolada por los jardines del templo, el aroma a madera se distingue como lo propio del lugar, a través del miasma producido por granos y sentimientos; la esencia permanece, marcando un estilo que no quiere desaparecer. Es la perfección de poco hogares como este los que hace que nada quiera dispersarse lejos de su aura, de la aurora que emana la visión del constructor de sueños.
Nuestro mundo es amplío tanto como el pensamiento se estire y se permita comprenderlo.
El silencio es la virtud del hombre ante el respeto de sus propias circunstancias.
El ruido es el elogio a la acción, la que demuestra que el respeto de lo metafísico necesita doblarse para sobrevivir.
Eso explica la razón sobre lo irrelevante de mi nombre ante tanta divinidad elevada sobre nuestra mortalidad.
En la raíz de este universo comienza mi pena, tan insignificante en el acto total es, quisiera que los dolores fueran igual de diminutos para aprender a dejar ir, soltarme de este mundo y no pensar más. Hacer de mi camino una composición perfecta. Odio tanto lo que me rodea... No poder controlar la tierra que se desborda de mi cuerpo.
Ser un muro donde nada se le permita pasar, los sentires son inmundos y efímeros, si pudiera borrarme.
Por eso he decidido escapar, necesito los lienzos de nuevos pintores, las botas del viajero, la tempestad del guerrero, la fortuna de lo incierto y el trazo de un mapa pues no sé que hacer.
Un exorcismo al pecho, una purga de celos.
Este mundo se vuelve pesado por cada letra... todo se perderá por mi culpa.
V.
(1:32)
Podemos ser la herramienta temporal de tú soledad
ya no importa saberme un puente a tu felicidad”
“¿Podrían existir apologías?
Sí mi sufrimiento se vuelve el suyo y duelen por mis propios dolores,
es la única condición de su existencia”.
(1:31)
Sí. Existe un lugar donde nuestros espacios ocupan, es el aire, la esencia o la aceptación de lo que somos realmente. Un sombrero viejo y el pequeño secreto que guardan nuestros labios, en las líneas donde podrían escaparse palabras sádicas o suspiros de pasión, somos un continente partido en dos.
Tenemos sangre corriendo como guerra en nuestras venas, una rabia ajena a las diferencias escritas como un dogma entre los dos y las afinidades, el terremoto inducido por la discordia del plan maestro: Tú y yo separados.
Pequeña noche... tenemos hoy para escondernos bajo almohadas hermanas y preguntarnos sí los dos sentimos lo mismo, sí los dos nos debemos lo mismo. La tiranía es el eje de soledad que gira para ocultarse por los corredores del secreto. Una orilla para tu tierra y la otra para mi cielo.
Lo que nos separa es el mismo fin, la esencia que nos individualiza. Lo que nos fusiona. Lo que nos colecciona en unión.
De Aurora para el sino.
agosto 01, 2011
(1:30)
Algún buen día te sentarás junto a mi, podrás recargar tu cabeza en mi hombro mientras sólo escuchas mi voz cansada, mi voz ronca por todos los segundos que tuve que aprender a callar... pero estarás conmigo... sin estar ahí, millas lejos, vidas futuras, pasados hermosos o estarás, no te habrías librado de mi.
¿Te gusta el color de un atardecer naranja? ¿La madera de la casa? ¿La manera del futuro que se nos volvió blanca? Yo sentiré... tu sentirás mi respiración, el corazón tomando aires en cada pequeño paso.
El fruto de semillas con nombre de motivos... Estarás ahí... el último día te leeré... para que por fin comprendas que las luces del siglo no siempre brillan, ni queman los ojos. Muchas no iluminan el camino del tiempo y ni el tiempo puede conservar su uso, nuestras luces son y serán...
Abriré un cuaderno antiguo con colores parecidos a nuestro cielo,
El viento soplará suavemente parecido a melodías del inicio... que refrescan, las luces de los cien años que nos llevaron a estar juntos...
Te platicaré de los pequeños detalles de mis ausencias, los momentos en que desaparecí para recrear tus nuevos motivos de espera, “no sé si puedas entender cuando nunca me has dado respuesta” Me verás a los ojos con un disgusto que suavemente se ilumina en sonrisa, “las respuestas alguna vez fueron palabras hasta que el Dios del silencio actuó para mantenernos unidos”.
Las luces del siglo, muchas veces se apagaron y no podíamos ver el siguiente movimiento de las piezas de nuestros nuevos días, las luces eran creciente sed de conocer y aprender, era hambre de trascender y no permitir que nuestra persona se volviera el polvo al que todos estábamos destinados a ser.
Un perro ladra..
El ave mueve sus alas...
El tiempo no se gasta...
“Te he dicho que tú me haces falta”
Cierro el libro... tu mano arde abrazando la mía. Pero al fin una de las dos se enfría. Las luces del siglo.
julio 28, 2011
(1:29)
Este puente que recorre los pensamientos mientras mi cuerpo se fusiona con la luz de una salida... me ha demostrado que miento...
Pero me he sentido cómodo tratando de hacer un mundo en caos.
Eso es lo que me ha definido, todo momento que me extralimita al fin.
Tan sólo tengo una real apreciación del eco que me has impregnado... es amor.
Porque sabemos que te fuiste del árbol pero regresaste en forma de lluvia para caer en mis manos.
Y no... no soy tu momento precioso... quisiera haber sido ( ¿o aún serlo?), es que como gotas te resbalas y humedeces para quitarme una sed que nunca podré saciar... pues te diluyes.
Te miento por tantos motivos... para que no reconozcas mis heridas... los ojos vacíos o el cansancio de mis pensamientos... te miento porque nunca seré perfecto hasta que perfeccione un caos... tenerle un orden y moldearlo en utopía...
Sin embargo, mientras profundo el abismo coincide y existe la continuación de nuestro abrazo... no fue el fin de tu existir en mi vida, es el momento de revelarnos indestructibles al calor de tantas primaveras.
Vuelvo a mentir... nunca te conocí por completo... no sé cuanto ocultaste y quienes ocultaste de mi. Pero tu tampoco supiste de mi si podía permanecer un minuto con un pensamiento distante que no susurrará tu nombre.
Ahora miento con facilidad... necesito ocultarte lo que en mi pecho es fuerte y tu nombre grabado se conserva en infinitos tu celeste rojizo.
Este puente que recorre los pensamientos mientras mi cuerpo se fusiona con la luz de tu duda... me ha demostrado que mientes.
julio 27, 2011
(1:28)
Sí esta es la única solución a mis momentos de dolor prefiero que sean con tu nombre.
En ti no habrá verdades ni respuestas, un toque de vanidad es pensar que tu me escuchas...
Te has ido, mes ... por cada mes tu me has mantenido con un hilo desprevenido en tus labios... me rezas pero no soy tu Dios.
¿Recuerdas el sentir infantil en nuestro primer abrazo? ¿Recuerdas como tus labios tocaron con miedo a los míos? Te pregunto tanto pues un día desperté y te habías ido.
Pobre ángel solitario... tu crudo atardecer no descubro como purgatorio sanas... ilumina una razón por mis pasos en tortura y redención... tu espíritu encontré... el amor corroído enfrenté... tu silencio desfigurado me lastimó mi alma... el blanco matiz del hospital sólo llamó a mi dolor... mi paz.
Eres mi fantasma... un gran manto que no me perdonó haber dejado, tú eres mi búsqueda... pero ahora se que no te encontraré aquí. No en este limbo que parece no tener fin.
Aurora. Tengo un color que me recuerda a ti... lo conoces. Tengo mil palabras llenas de infinito para ti... lo has leído. Tengo tanto que decir... lo has renunciado.
Al final siempre estuve solo con una idea, no quise creer cual sería el fin, de ese último momento donde tus ojos brillaron por mi. Ahora si los veo serán opacos.¿Qué más podré decir? Si el humano muere que la chispa que nos une no se ahogue, es egoísmo el mío al contar los días que pueda brillar el sol por un sólo nombre.
Me fui porque no tenías nada que decirme a mi. Me dejaste en aquel pequeño árbol... me sentí el huérfano de tus brazos, un niño confundido cuando enfrenta el camino sin regreso... perdí todo.
Confundido por no saber aceptar las cosas que van más allá de mi... por no saber como dejar ir como lo hiciste tu... y nunca me avisaste... en los pocos segundos que estuviste llorando conmigo...que lloré por ti y lloramos por lo que sabíamos tendría un fin. Te lloré tanto que entendí lo que significaba vivir sin ti.
Y el dolor en el mausoleo como quimera te reflejas pues me das miedo, me aterra verte y enfrentarte.
¿Qué sucede después de la aceptación? Contemplación...
Tu rostro sucio por los males que te brindé... y el mío también, nunca te dejé caminar por el lodo con los pies desnudos.
Te permití cruzar toda aquella oscuridad... pero tenía que quedarme atrás. Era la única forma. ¿Siempre lo supiste verdad?
Mi Aurora... ya entendiste que tu nombre es una función. La protección de mi mente aquí. El hogar donde oculto mi cabeza de la lluvia.
El monte del silencio... el sueño del alba.
(1:27)
Cuanto guardo en mi para dejarte afuera de mi
pequeños hoyos son ojos al mirar que hice sin ti
ya no es momento, sin lugar o motivo el tiempo fue
una rama construida por lazos de ingenuidad.
Silencios...palabras que se sustituyen con otras palabras
es el no ruido de la evasión lo que perdurará un amor
mis muros son heridas, son hallazgos y aceptación.
Aceptación de largos días en contemplación del mar
de pequeñas depresiones que amarran el corazón en lecturas
en versos diseñados para no merecernos una coma... lo acepto.
Asesinadas fueron mis costumbres por sentir un universo
de estrellas que fugaron en tantos amaneceres y destellos
para recostarse junto a Junio y a la Luna... Gloriosos.
Tengo miedo del propio cuerpo que se entrega...
al muro de anomalías de un recuerdo.
Es mejor irme por el viento... hasta llegar al fin.
julio 21, 2011
(1:26)
Antes de llegar aquí, al muelle y al mausoleo... mucho antes de cualquier viaje... hubo un sueño.
Fue el final del camino... no, no fue muerte ni renacimientos... pero tuvo finalidad.
Mi pregunta seguirá siendo el propósito de la misma.. ¿en realidad he de necesitar cuestionar?
Me he dado cuenta que a pesar de toda duda nunca he tenido un motivo para detenerme... algo me lleva.
Blanco. Silencio. Paz. Es el final.
La puerta fuera del hospital esta enfrente de mi... he curado heridas invisibles.
He logrado salir...
...hay algo detrás de mi...
(1:25)
Tuve que tomar un descanso,
Tantos recuerdos perduran en el hospital que mi mente y ojos prefieren esconderse...
Pero hay memorias, esos destellos que de alguna forma toman importancia en el centro del sueño...
La guerra...
Los recuerdo más perdidos de mi infancia son esos... el exilio... el final.
Mi familia acabada por las balas y el fuego de la violencia...
Humanos... nacemos destinados a herir... el derecho no existe...
Y las cicatrices en mi cara me recuerdan al destello de vidrios penetrando la carne, el dolor agudo que iba siendo devastado por el dolor más temido... originado por las figuras de mis padres azotados por fuerzas inhumanas, proyectiles que no tenían el rostro suficiente para mostrarse y admitir el genocidio.
Mi cuerpo rojo... mis piernas quemadas... mis lágrimas negras... el pensamiento o instinto... correr...correr...¡Debo Correr!
Las burlas de voces graves a mi figura, los disparos que me perseguían, el concreto lastimando mis pies... la sangre se volvió parte de mi naturaleza. Un volcán nacía en mi... en mi piernas.
Un mundo dejó de ser existente... sirenas, las sirenas me cantaban con su clásico peligro... venían por mi, venían por lo poco que quedaba de un niño... Aurora...
(1:24)
Te he visto leyéndome, buscándome entre cada página de las rutinas que vivo con el motivo de saber quién podré ser, los motivos no me interesan pues no me pertenecen, ahora se que desconozco porque te desapareces.
Nadie me ha dado las razones de escapar por la noche como contigo lo he hecho, esperando el amanecer y nunca más verte. Tu sonrisa es un secreto pero lo es también tu nombre a las orillas del muelle donde mi pasado se carcomía al presente. Todo lo que odias y no estas de acuerdo me es diferente a mi simple brillo esencial que puedo colorear con la silueta perfecta de tus labios.
Una nueva sensación prohibida.
Pero no te reclamo como algo que será eterno a mi, no te necesito si en verdad observo que la vida me tiene sin cuidado y con recelos. No te posesiono porque somos tan oscuros, tu mi vida tienes el alma partida bajo los descuidos de redacción de un escritor que te plasma creyéndote con una sonrisa, yo por mi parte me hundo en fuego para renacer sin temor al espacio o distancia que no nos permita más vigilarnos.
Te he visto con tus ojos a los mios y no tengo modo de expresar de que color son cuando me enamoro.
Carta de un hombre a una dama en amores
(1:23)
Que mis pasos son vacío en los pasillos de un blanco y viejo mundo de enfermedades, ahora entiendo que toda la piedad anteriormente representada en el mundo no podría satisfacer a un Dios creador de la misma mortalidad. El tiempo no tiene respuestas ni siempre un movimiento duradero, tal vez no existe el sentido de transición de horas o minutos... ni siquiera debe existir el tiempo.
La mortalidad del ser se pierde a través de sus funciones, del óxido de las capacidades en la vida y la transformación a nuevas modalidades a los ojos de la misma tristeza. Este hospital me revive al ejemplo como si todos mis pensamientos fueron escritos en las camas donde reposaron historias y tuvieron olas las lágrimas...
Imagino los rostros de vidas caídas y nuevas esperanzas aguardando que el polvo se vaya para ser desenterradas. Muchas más ideas atraviesan mi cabeza, quiero censurarlas cuando acepto que el hospital no es un centro de piedad sino una cárcel de torturas y tormentos; los muros recubiertos por los rostros desfigurados de seres desconocidos, colocados por el artesano más metódico e inhumano: El Silenciador. Rostros que son invisibles pero observan mi sudor y el pequeño sonido de mi respiración al ser sofocada por la intriga de la soledad en la que me encuentro.
Vuelve a mi el pensar del tiempo, el momento en que mi alma logrará caducar para que toda esencia se pierda; así fue como las memorias de Aurora se dispersaron a lo largo de mi cosmos para dejar estrellas en el trato cercano con la experiencia. Pocas cosas quedan en mi resueltas pues se han ido convirtiendo en pequeñas dudas insignificantes, los sentimientos hacia mi pasado más próximo se adolecen en cada paso que me acerco al final del hospital ¿Esta será la respuesta a la misma pregunta sobre la función y la existencia? Muchas funciones han dejado de ser pero prevalecen, el tiempo ha dejado de servirme, Aurora también... pero sigo creyendo en los rastros de los polvos invisibles que me acercan más al mismo purgatorio.
Acompáñame a la verdad, esta noche (si se podría decir noche) no ha sucedido nada, quiero saber cual es el propósito de mi nueva vida, del nuevo tiempo que me persigue en los oscuros pasillos del Aedes.
abril 13, 2011
(1:22)
Lucrecia tenía muchos rostros y muchos sentimientos,
era un torbellino violento a los ojos cansado del vir;
un hombre respetado, educado con la dignidad de un sello,
de circunstancias crucificadas en su alma no podía,
no toleraría los silencios y los gestos cambiantes
de su amada; ya no era Lucrecia, pero si era la misma
cambiante mujer, con vidas chocantes a la intención
de un hombre enamorado de la necesidad de consuelo.
La muerte del vir fue la espera, rumores explican.
Fue el preámbulo de una paciencia mal usada,
la creencia en una diosa auto proclamada santa,
de lo impuro que puede ser una verdad, una...
confesión humana.
Entre amantes, compromisos, motivos,
deseos, ignominia, defectos, virtudes,
encantos, excusas, omisiones, bailes,
besos, caricias, pasiones, desconocimiento,
orgullo, indiferencia, mentira, amor y
vacíos. El aliento del fuego se convirtió
en verde con el acto último de sonreír
a los labios invasores en la vida
que hubiera, si las temporalidades sirvieran,
evitado.
El vir en su suspiro más misericordioso
abrió los ojos en una noche para
volver a cerrarlos como un...
ciclo universal para...
devolvernos... a la vida.
(1:21)
Cuatro paredes. Gastados por cuadros invisibles. Vestigios de su verdad, descritos por clavos. Orificios intencionalmente creados. Puntos constantes en la progresiva línea de la humedad. Cuatro paredes. Ventana dibujada por lo que fue alguna vez necesitada. Algún espíritu, algún tiempo, algún asomo. Niebla visita desde los cielos, visita mis ojos, pertenece a una luna que respira somnolienta por medio de las hojas. Silencios. A través del vidrio sumiso pequeñas tiras de su vestido bailan al ritmo de juegos más allá del cuarto. No estoy solo.
Manos amarradas. Siento el roce hiriente del cuero entre las muñecas. Mi respiración se exalta. El cuarto es un gran vacío. Un eco fugaz que logra alarmar mis sentidos. No hay más heridas. Percibo éste nuevo sueño, no hay regresos donde me pueda sostener para no perder la cordura. Detrás de mi, la pared parece romperse, rápidamente doy la vuelta. Mis manos al toque distinguen un cuadrado, un hoyo con el tamaño suficiente para que mi cuerpo se arrastre. No hay viento que circule, no es un ducto. Es algo intencionado. Una húmeda oscuridad, infinita, ansiosa de tragarse la voluntad del quién se entregue a un recorrido que fertiliza el espíritu con el amor de la desesperación. Mi cuerpo se duerme, ya no quiere ir hacia la oscuridad, estoy perdido.
¿Cuantas vueltas he dado? ¿Cómo regreso? No hay sonidos, no hay nada... mi rostro se convierte en llamas, ahora llueve... no puedo más... quiero morir. Cierro los ojos. Me rindo. He perdido, no quiero, no aún no, abro los ojos, grito hasta lastimarme, la cabeza pierde la razón y con todo mi cuerpo me arrastro, como una rata, su rabia y hasta el hambre. Se rompen los pasillos, el piso tiene vida, un golpe en mi frente... aún no entiendo que pasa... es una puerta... descanso mientras suelto casi desgarrándome carcajadas... ¡Es una puerta!
Abro sin precaución la pequeña oportunidad de escape...
Un nuevo cuarto... una cruz al frente de mis ojos con un nombre irónico... ahora lo entiendo, el motivo infame del pasillo...
Hospital Pietas Aedes (El templo de la piedad), me levanto y con mis dos manos amarradas me despeino en una fuga de inhumanidad...nuevas carcajadas...el infierno es la mente misma inyectada por temores.
febrero 21, 2011
(1:20)
Tocar la húmeda tierra con los dedos fue encontrar la explicación a muchas de mis preguntas,
a pesar de mis delicados alientos a través del espacio tan lóbrego que cubre los pequeños árboles,
la noción de la marea logro arrastrarse entre los recuerdos de una muerte y los diecinueve pasajes,
Los pasos de una nueva oscuridad carcomen las hojas secas de tus recuerdos; son llamas al toque de su feroz queja... de los murmullos... salido de las comisuras cocidas de un deseo parido por el error y el prejuicio...
De los ojos inyectados del tormento de miles de agujas, cada cavidad sucumbe al asco de las entrañas, del fétido mar de las desilusiones... hace con su mirada renacer el polvo y el hueso de nuestros pecados, agita nuestra sangre hasta reventarnos...
Su piel recubierta del lodo se percibe deforme ante la figura de un cuerpo con movimientos y músculos desconocidos, hecho del extracto más grotesco por nuestras lenguas viperinas...
Su brazos son dos largos cuchillos creados por la sangre del engaño, por los falsos héroes, asesinos y rocas que construyen los imperios...
El Silenciador... es el padre que no conoce... es la respuesta de una madre sollozante... es el hijo rencoroso... es tu propio odio... soy yo y los demonios del pasado.
Mis piernas se doblan hacia la tierra, que fue minutos de honestidad, pues el Silenciador se reúne conmigo...pierdo el sentido del tiempo, su cuerpo sin movimientos bruscos logra acercarse a mi... su cuchillas acarician mi barbilla... y cada vez que lo hace, agudos dolores provocan la sangre de mi rostro... caliente y sucia... el miedo es descomunal; el sufrimiento se presenta a mi para conocerme en mi totalidad, por los pocos minutos de su tacto el mundo se convirtió en el rojizo acercamiento a la muerte. Silenciador trabaja... nos calla, mientras ejecuta el tiempo se asusta y para... Silenciador es un ángel tramposo enviado por algún cielo despiadado... es el cáncer o la interpretación de los cantos divinos... es un Dios desfigurado...