octubre 11, 2011

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Pintia se ensucia las lágrimas del frío en Ilmel”

Ha dejado el arte este hombre con naturaleza virtuosa, pobre del tiempo que perderá en encontrar el límite de su cordura por no tener la libertad de crear ese escenario de ciudades peculiares o el ingenio de fuegos atormentadores imposibles de convertirse en salvajes a pesar de cien danzantes en un mismo escenario; Pintia ha abandonado su humor de oro que le había logrado obtener todo reconocimiento de la idílica superficie donde se desarrollo su carrera. Perdió todo. Le queda el frío de mañanas silenciosas, poco interesantes, que le hagan renacer en aventura. Pintia no muere tampoco.

Hace unas horas escribió el par de semanas las cuales tiene para vivir antes de morir; el mundo se viene abajo para las ciudades del idílico, pequeñas cenizas cubren los jardines, las gotas de lluvia se intensifican hasta quebrar los muros que sostienen los hogares del pueblo, violencia injustificada, espacios temporales abiertos, polvo estelar perforando la vida, naturaleza viva quebrando sus propias ramas, el gris se adueña de las nubes... Unas páginas escritas por el director más grande que se esconde en el mausoleo de la ciudad, en un pequeño cuarto, con una pequeña mesa y una roca como almohada.

Su espalda quebrada y cortada con pequeños espacios profundo rojos, hacen la visión de un cadáver sucio esperando su último rezo. Pintia se hunde en el suelo para no asomar su mirada hacia pequeñas tramas de su ilusión, no permite observar las imágenes de fantasmas en el final de los tiempos, en la transición del tiempo y el espacio; los pequeños fragmentos de su memorial están siendo devorados por la madre de la oscuridad, la circunstancia final donde todos llegarán y tendrán que cerrar los ojos. El fin de su mundo sólo tiene una explicación, ahora que lo sabe se pregunta si debió retirarse días atrás de su profesión, sí Sintios lo habrá perdonado por abandonarle... el trato que le dio a su visionaria para que no lo siguiera...

El mundo lo mantuvo con un nudo en el pecho, apretaba de momentos para hacerlo tener tristeza, tanta soledad que emana de sus ojos a pesar de satisfacer su entorno, malditos son lo seres humanos cuando la emoción los arrebata del suelo para azotarlos hasta matar; no hay lenguaje que describa los pensamientos finales del tiempo, pocas interpretaciones son acertadas y muchas otras son pequeñas dagas traicioneras, ahora Pintia se ensucia las lágrimas del frío en Ilmel, la diosa que alguna vez amo.

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