“Pintia
se ensucia las lágrimas del frío en Ilmel”
Ha
dejado el arte este hombre con naturaleza virtuosa, pobre del tiempo
que perderá en encontrar el límite de su cordura por no tener la
libertad de crear ese escenario de ciudades peculiares o el ingenio
de fuegos atormentadores imposibles de convertirse en salvajes a
pesar de cien danzantes en un mismo escenario; Pintia ha abandonado
su humor de oro que le había logrado obtener todo reconocimiento de
la idílica superficie donde se desarrollo su carrera. Perdió todo.
Le queda el frío de mañanas silenciosas, poco interesantes, que le
hagan renacer en aventura. Pintia no muere tampoco.
Hace
unas horas escribió el par de semanas las cuales tiene para vivir
antes de morir; el mundo se viene abajo para las ciudades del
idílico, pequeñas cenizas cubren los jardines, las gotas de lluvia
se intensifican hasta quebrar los muros que sostienen los hogares del
pueblo, violencia injustificada, espacios temporales abiertos, polvo
estelar perforando la vida, naturaleza viva quebrando sus propias
ramas, el gris se adueña de las nubes... Unas páginas escritas por
el director más grande que se esconde en el mausoleo de la ciudad,
en un pequeño cuarto, con una pequeña mesa y una roca como
almohada.
Su
espalda quebrada y cortada con pequeños espacios profundo rojos,
hacen la visión de un cadáver sucio esperando su último rezo.
Pintia se hunde en el suelo para no asomar su mirada hacia pequeñas
tramas de su ilusión, no permite observar las imágenes de fantasmas
en el final de los tiempos, en la transición del tiempo y el
espacio; los pequeños fragmentos de su memorial están siendo
devorados por la madre de la oscuridad, la circunstancia final donde
todos llegarán y tendrán que cerrar los ojos. El fin de su mundo
sólo tiene una explicación, ahora que lo sabe se pregunta si debió
retirarse días atrás de su profesión, sí Sintios lo habrá
perdonado por abandonarle... el trato que le dio a su visionaria para
que no lo siguiera...
El
mundo lo mantuvo con un nudo en el pecho, apretaba de momentos para
hacerlo tener tristeza, tanta soledad que emana de sus ojos a pesar
de satisfacer su entorno, malditos son lo seres humanos cuando la
emoción los arrebata del suelo para azotarlos hasta matar; no hay
lenguaje que describa los pensamientos finales del tiempo, pocas
interpretaciones son acertadas y muchas otras son pequeñas dagas
traicioneras, ahora Pintia se ensucia las lágrimas del frío en Ilmel, la diosa que alguna vez amo.
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