noviembre 30, 2011

(1:43)


 “El lenguaje de Sidón”

Los hermanos vi con prisa salir del escenario, uno suplicando y otro con la mirada cadavérica dirigida al suelo, no me acercaré a saludarles. Sí algo he entendido desde la tierna infancia como una visionaria, es respetar el espacio de mis maestros; los sentimientos que ahora ocupan mis adentros después del éxito son otros y se dirigen a Sidón. Los amores de los dioses y el mar de los señores del cielo. Éstos sentimientos siendo nuevos en mí, han nublado mi visión. Ahora que los hermanos se esconden no puedo huir, necesito observar el fin.
Mi visión termina en la cama de un hombre, en el silencioso sollozo de una pérdida, la noche caerá y el sino humano se desgarrará, por debo permanecer aquí.
Ruidos y gritos, ovación, el hermano de mi maestro se acerca con un hilo rojo en su nariz, corre suavemente, me observa y se sienta junto a mí, observa mi cabello rojizo, los labios tímidos, mis ojos fríos enfrentando a los suyos, no, ha muerto un lazo, una fe en mi trabajo, el arquitecto de mis visiones.

Su voz suave y aguda por fin rompe el aura, no sin antes darme cuenta de los sentimientos anteriores que de mí nacieron... olvidé por un momento mi don.

¿Sabes cuál es la historia del lenguaje de Sidón?”
Nuestras voces al unísono pronunciaron la misma pregunta, sus ojos por un momento destellaron miedo pero después de él una sonrisa nació... “Te la he de decir Aramea, tu jade en ojos nunca han de verla antes”
Tenía razón, yo visionaria, muero en la sublimación de la perfección del poeta.

noviembre 29, 2011

(1:42)


 “Sol no esta hoy”

Ahí esta el Vir. Con su caballo galopeando el monte , buscando a Lucrecia, sí él supiera las intenciones del Círculo Lunar para sobornar el destino... hoy nació el primer demonio, hija de un Dios callado. Su madre fallecida sobre la madera del suplicio a venganza del pueblo que amó; que dio su carne y su fe para alimentar. La niña creció aprendiendo a dar noche, motivando los sueños y a todo poeta que en las sombras enloqueció. Ahí esta el Vir. Besando el cuerpo dorado de Lucrecia; el pergamino de sus pechos a sus ojos. Lucrecia con su labio acariciando la mano de nuestro señor. El verde camastro envuelto en rosas, en vida muere bajo dos cuerpos divinos. Dos gotas de sudor recorriendo el firmamento de amores, nadie escucha, nadie observará. Nadie ha pensado en ti demonio, hija del mudo divino y de la puta martirizada. No hay visionaria tan severa que pueda percibir los sabores de azufre al rozar dos lenguas, mil árboles en rojo se teñirán y las dagas hoy no se usarán. Ahí esta el Vir. Cargando a Lucrecia, elogiando todas sus sorpresas. El Vir regresando a su tierra de maderas, es posible que nunca vuelva.
Me pregunto yo, sí sol hablará a mí.
Sol no esta hoy” la voz detrás de mi susurra.
Pájaros huyendo, corazón latiendo, tardes próximas, la unión del dolor con la sangre hirviendo, miedo, hielo negro por las venas de mi cuerpo, terror nacido, suspenso adentro, sol ha muerto.

(1:41)

 “El ingenioso”


Crelios pinta el cielo con sus manos extendidas haciéndonos observas las lágrimas que se provocan al pensar lo que su alma ve, en una mística perspectiva donde todos son la micro sensación de partículas de información del cosmos oyente y educado con los patrones que se le otorgarán al hombre, ningún discurso sé es hasta que éste pasa por la boca del gran Noshjertalu para ser ser expresado en palabra, es por eso que las ideas en el proceso de categorización y expresión en la mente al plano físico se convierten en impredecibles virtudes y talentos, alguien más lo ha regalado.
Es mediante ése criterio, según las palabras de ingenioso Crelios, que nuestro conocimiento es auto referenciado y nunca más ser superado por el hombre, ningún destello avanza más y el hombre se deprime y oscurece; por ello el hombre nunca será inmortal pues no hay motivos para hacerlo, nunca se ha visto a un mortal serlo, no necesita el hombre tampoco saberlo. Las lágrimas provocadas son el exhausto tormento de las sábanas del mundo que han de ser pintadas para nunca ser tocadas.