“Los
anteriores momentos del aislamiento”
Cuando pude escuchar la despedida de mi hermano Pintia a través del
público efusivo por nuestro último éxito en la vida, mi cabeza no
permitía aceptar que los lazos de sangre podrían hervir lo
suficiente para darnos la espalda y nunca volver a vernos... Sí yo
les contará nuestra historia, la fórmula perfecta en nuestra
creación, ¡cuanta desconfianza vino a aparecer entre los dos! Que
mezquino puede ser nuestro corazón cuando la superficie de nuestros
intereses es atacada por la idea de comunión, este cuerpo individual
asesino de amor, de hermandad, disimula los dolores y las angustias,
artífice de perfectas máscaras... de sonrisas falsas y ojos claros
que se secan, la humedad impartida por los sentidos de las despedidas
sin voces, sin aliento... ¡pobre de nosotros!
Pero habrá luz... alguna voz escuchará nuestras súplicas. Y los
anteriores momentos del aislamiento de mi hermano... de la locura que
se comió su cuerpo para digerirlo en un pequeño esqueleto al cual
yo también estoy destinado en este momento, serán revelados y
encontrarán a nuestro culpable, guardián de las nubes y roce de
vientos negros... el señor que juró regalarnos la vida en cada
amanecer.
Y estaremos juntos hermano, escribiremos odas y soberbios sonetos,
reiremos del pasado pues a pesar de tu cuerpo no estar y mi alma
querer morir para darte un aire en tu boca...yo te siento vivo, vivo
en mi, en la mesa de mi casa comiendo el pan de mi esposa, tus manos
sucias partiendo en dos el cálido centeno, la carcajada arrebatada
al silencio y ¡ay hermano!, tu abrazo de confianza hacia mi espalda
o la palmada de amor entre sangres.
El mundo se desmorona, al parecer los cielos caen y el fuego nace de
nuestros árboles, el mundo se desnuda como es, pero yo mantengo fe
que si no respiro ahí estarás... con tu sonrisa burlona hacia mi
incredulidad, esencia, cuerpo, alma, espíritu, sonido, aura,
energía, ahí estarás para preguntarme sí encontré la calma de mi
tempestad y el delirium de mis mejores días. ¡ay hermano! ¡murió
parte de este hueco cuerpo al no pedirte perdón nunca más por mi
error! ¡ay mi sangre!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario