octubre 26, 2009

(1:8)

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Colateral

Abrí la puerta oxidada que protegía la luz
Un bosque verde con aire de color gris
Mis oídos dolían, zumbaban por aquel ataúd
Los ojos rojos sangre entre los recuerdos de ti
¡Oh padre! Te fuiste y la ventana no me avisaba

Que yo te había perdido sin dolerme
Por enunciarme en el abismo céntrico
No podía llamarte padre ni por tu nombre
Tan egoísta me creí para ser idolátrico
¡Oh padre! Te fuiste y la ventana no me avisaba

Seguía el río persiguiéndome como el pecado
Mi cuerpo cojeaba por el tormento del cansancio
Sudaba y podía ver mi muerte en el musgo
Se rompían las ramas en conjunto con las hojas
El naranja melancólico de nuestros huesos
Predicaban el espejo y el monte del silencio

Hubiese mi esperanza disipado sino fuera por las columnas del
Muelle abandonado
Tenía en sus muertas maderas el sello de los hongos previstos
Con la vejez de vida
Trozos de cuerda amarrados por fortuna del viento que no
Dejaba escapar memorias
Y al final el bote más carcomido por el agua que por el tiempo
Despiadado de nuestro invierno

Acerque mi espiritu quebrantado y deshecho, observe que no existían reflejos en el agua, cromo cristalina, la desconfianza se antepuso a querer tocar el líquido perfecto y concentré mi atención en el bote.

Puse un pie
Movimientos ondulados
Subí el segundo
Concentré mi alma
Equilibrio
Mi mente dudaba
Con mis dos manos
Los bordes tronaban
Tan fugaz
Me senté y esperé
No se hundió
Respiré
Me quité el sudor
Volví a respirar

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